Dondequiera que vaya en Marruecos, encontrará su rica cultura musical de motivos bereberes, andalusíes, árabes y saharauis. El país se está convirtiendo rápidamente en un destino popular para los festivales de música que muestran los eclécticos géneros y ritmos musicales en sus antiguas medinas y modernas ciudades.
Festival Oasis, Marrakech
Un recién llegado al panorama de festivales musicales de Marruecos es el festival de música electrónica Oasis, de tres días de duración. Con el lema “Baila en algún lugar diferente”, este festival rivaliza con Ibiza y Croacia por su combinación de cartel cuidadosamente elegido, ambiente de fiesta y bello entorno. Arrancó 2018 en el superelegante hotel Fellah, a la sombra de las montañas del Atlas. La vibrante cultura de Marruecos forma parte de la acción, ofreciendo comida tradicional callejera y arte corporal con henna. Puede empezar el día en el spa y terminarlo bailando bajo las estrellas con un cóctel de autor en el bar o en el hookah bar. Aquí podrá conocer a muchos talentos brillantes del house y el techno: el legendario DJ de música dance Carl Cox, la estrella revelación coreano-berlinesa Peggy Gow y Amin K., embajador de la escena underground marroquí, por nombrar algunos. Entre concierto y concierto, tendrá tiempo de sobra para relajarse en la piscina o hacer yoga.
Jazzablanca, Casablanca
La Ciudad Blanca acoge cada año un festival de jazz que reúne a artistas famosos y prometedores de Marruecos y de todo el mundo. Durante nueve días se celebran más de 40 conciertos en dos escenarios: el Hipódromo Casa Anfa, el más antiguo de Marruecos, donde se sitúa el escenario principal, y The Village, donde cada noche tienen lugar tres conciertos de jóvenes artistas, así como presentaciones sobre cocina, moda y diseño. El jazz sigue desempeñando un papel central en el festival, con artistas como Sons of Kemet y Kamaal Williams. El pop, el rock, el blues y el funk están representados por artistas de la talla de Tom Odell, Beth Ditto y el jukebox posmoderno Scott Bradley, así como el Cabaret Cheikhat, con su singular tradición de canto folclórico marroquí. También hay DJs como el marroquí Polyswitch, el productor francés de hip-hop Guts y el dúo español Jansky.
Festival Mundial de Música Espiritual de Fez, Fez
Desde cantantes sufíes marroquíes, poetas judeoárabes y saxofonistas de jazz afroamericanos hasta cabezas de cartel internacionales como Bjork y Joan Baez, los músicos acuden en masa a la ciudad de Fez para asistir al Festival Mundial de Música Espiritual, que se celebra anualmente. Fue fundado por el erudito sufí Dr. Fauzi Scali para promover la tolerancia religiosa, la diversidad cultural y los valores espirituales tras la Guerra del Golfo, y el Foro de Fez sigue siendo parte integrante del festival. Esta medina medieval presenta música sobre el tema del conocimiento ancestral, con un variado programa que incluye barroco boliviano del conjunto Moxos, jazz y fusión sufí a cargo del tunecino Dafer Yousef y el coro gospel sudafricano Soweto. Los famosos conciertos tienen lugar en la imponente Bab al-Makin, mientras que las tres Noches en la Medina se celebran en lugares más íntimos, como el conservatorio de música Dar Adiel, del siglo XVII, bellamente restaurado. Hay conciertos gratuitos todas las noches en la plaza Bu Jalud, y en 2018 el exuberante oasis de los jardines Jnan Sbil acogió veladas sufíes, también gratuitas.
Festival Mawazine, Rabat
Considerado el segundo mayor festival de música del mundo, Mawazine, o Ritmos del Mundo, atrae a más de 2,5 millones de personas, convirtiendo la capital política y administrativa de Marruecos en un enorme escenario al aire libre. El festival presenta una gran variedad de géneros musicales, mezclando grandes nombres de todo el mundo con artistas locales conocidos y emergentes. En 2017, entre las estrellas invitadas figuraron Rod Stewart, Ellie Golding y Wiz Khalifa, y Bruno Mars fue uno de los cabezas de cartel de 2018. El festival, de nueve días de duración, se celebra en cuatro escenarios principales y tres más pequeños repartidos por Rabat, como el Souissi International Arena en el prestigioso Agdal, el escenario africano en el barrio costero de Bourregreg, un escenario de playa dedicado a la música marroquí en el suburbio de Salé, y Chellah, una fortaleza histórica que acoge músicas del mundo. Además de proporcionar una plataforma para el talento local y beneficiar a la economía local, Mawazine ofrece acceso gratuito a sus conciertos, una de las piedras angulares del festival cuando se fundó en 2002, y los cuatro escenarios principales siguen siendo gratuitos.
Festival de Músicas del Mundo en Gnaoua, Essaouira
El Festival de Músicas del Mundo de Gnaoua, uno de los acontecimientos musicales más populares de Marruecos, atrae hasta medio millón de asistentes a la ciudad de Essaouira, en la costa atlántica, para disfrutar de cuatro días de conciertos al aire libre. Esta ciudad ha sido hogar permanente de músicos, entre ellos Jimi Hendrix, durante muchos años, pero es más conocida por la Gnaoua, una tradición musical y espiritual traída al norte por los esclavos del sur del Sáhara en el siglo XVI, y que hoy ocupa un lugar importante en la cultura marroquí contemporánea. Los ritmos hipnóticos de maestros del Gnahoua como Mehdi Nasouli y Maalem Mokhtar Guinea, así como jazz, reggae, blues y músicas del mundo contemporáneo le esperan en este divertido festival. Los conciertos son gratuitos y tienen lugar en la plaza Moulay Hassan y en otros lugares de Medina, como Dar Souiri y Marsh au Gren, así como fuera de las murallas de la ciudad vieja. Para evitar las aglomeraciones, puede comprar una entrada que le da acceso a la zona VIP situada frente al escenario.
La Fiesta de Rosas en Marruecos
Hay muy pocos lugares en el mundo donde las rosas de damasco arraiguen y florezcan. La rosa damascena es una planta caprichosa y requiere una composición del suelo y unas condiciones climáticas determinadas. Uno de los raros lugares donde puede crecer es El Kelaa M’Gouna, en Marruecos, en lo alto de las montañas del Alto Atlas. Este lugar mágico, llamado Vallée Des Roses (valle de las rosas), parece cubrirse en primavera de una alfombra persa de rosas damascenas blanco-rosadas.
Hay quien dice que la primera rosa persa fue traída al valle en el siglo X por peregrinos de La Meca. La versión más oficial es que la fragante rosa de Damasco la trajeron los franceses en 1938.
Poco después se abrió una fábrica que aún produce rosas damascenas, muy famosas en todo el mundo.
En esta pequeña ciudad, las rosas son el alma del pueblo, desde su cultivo hasta la producción de agua de rosas. Hoy en día, casi todos los productos derivados de la rosa (perfume, aceite, agua) se crean en este lugar. Las rosas se exportan en enormes camiones, y crean un aura de aire perfumado cuando recorren las calles. Aquí las rosas no se cuentan por cantidad, sino por peso. Es en mayo cuando esta rosa florece y los pétalos se cosechan para producir por destilación un hidrolato (agua de rosas) y un aceite de rosas muy valiosos.
Las flores de rosa damascena se recogen a mediados de mayo. Y cada año esta ciudad celebra un Festival dedicado a esta reina de las flores. En 2016 se celebró la 54ª fiesta, comenzó el 12 de mayo y duró cuatro días.
Durante estos días, la ciudad se llena de coloridas procesiones, bailes, canciones, el aroma de esta flor mágica y deliciosa comida. La gente se viste de rosa y blanco, y muchos llevan collares de flores.
Todo el mundo recibe una lluvia de pétalos de rosa. Uno de los episodios interesantes del programa se llama “El baile de las abejas”. Bailarines con trajes nacionales al son de la pandereta y la flauta cuentan la historia de la flor de la que se enamoró la abeja. Procesiones de carrozas con rosas y muchachas atraviesan la ciudad.
La culminación de los festejos es un concurso para convertirse en la Reina de la Rosa, en el que participan mujeres bereberes marroquíes solteras vestidas con trajes tradicionales. La reina es llevada solemnemente por todas las calles de la ciudad, mientras residentes e invitados disfrutan de su belleza.